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Historia del Señorío de Feria
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Los naturales de Feria son conocidos como "coritos". Los antecedentes del peculiar apelativo no están establecidos con precisión, conectándose con la posición elevada de la localidad; con una supuesta procedencia vasca de sus primeros ocupantes tras la reconquista cristiana, y con otras circunstancias.

Sus primeros moradores se remontan al Calcolito aunque fueron los Celtas quienes, hacia el año 5800 a.C., se asentaron en la Sierra del Castillo. Más tarde lo hicieron los romanos, para su defensa fortificaron sus asentamientos. El castro turdetano, también es identificado como la Seria de los celtas y la Fama Iulia romana, habiéndose encontrado en sus proximidades restos que permiten suponer al lugar como área habitada en tiempos de los godos.

Los pobladores musulmanes tienen claramente constatada su presencia en la zona, y a ellos se les atribuye la construcción, en el lugar donde hoy se encuentra el castillo, de una primitiva alcazaba de adobe.

Paso a manos cristianas en el año 1241 tras ser reconquistada por las tropas capitaneadas por el maestre de la Orden de Santiago don Pedro González Mengo. Es en este instante cuando se realizan las primeras transformaciones de sus defensas separando el castillo de la muralla que envolvería la población.

Durante este siglo fue dominio de la Orden de Santiago, pasando luego a ser población bajo la jurisdicción de la villa de Badajoz. El día 26 de febrero de 1394, el rey de Castilla, Enrique III el Doliente dona la población y la fortaleza de Feria, Zafra y la Parra, al caballero de origen gallego, don Gomes Suárez de Figueroa, en reconocimiento de los servicios que este señor y su familia habían prestado a la Corona y a la familia real de los Trastámara, quedando constituido con estas tres poblaciones el primitivo Señorío de Feria, convirtiéndose en el primer señor de Feria (hasta 1429), señalándose en el documento de concesión el deseo expreso de favorecer al padre. Este prefiere que la misma se haga a su hijo, para evitar posibles reclamaciones futuras de la orden de Santiago. Pese a las diversas reclamaciones del concejo de Badajoz, arguyendo que estas aldeas le pertenecían por compra, Enrique III confirmará la donación.

Nogales y Villalba son adquiridas a los albaceas de Leonor Enríquez y Beltrán Piñel en 1395, y en 1402 se compra Valencia de Mombuey y Oliva de la Frontera, antiguas aldeas templarias, a Pedro Ponce. En 1404, un privilegio real permite adehesar todas las propiedades obtenidas dentro del alfoz de Badajoz. que se convierte así en el primer señor de Feria, junto con la población de Zafra.

Su sucesor don Lorenzo Suárez de Figueroa recibe de Enrique IV el Impotente la merced del título de conde de Feria. Es en esta época cuando se acometen las obras de construcción del castillo, entre 1460 y 1513 que coinciden con las obras que convertirían el alcázar en el actual castillo-palacio de los duques de Feria en la localidad de Zafra.

La localidad de Feria está declarada como Conjunto de Interés Histórico-Artístico. Se han acometido restauraciones parciales en el siglo XX, permitiéndose la visita libre al mismo. Lorenzo Suárez II, segundo señor de Feria (1429-1461), tuvo un papel fundamental para afianzar el control monárquico en la actual provincia de Badajoz frente a los infantes de Aragón, hijos de Fernando de Antequera, futuro Fernando I de Aragón. Obtuvo de Juan II en 1441 las poblaciones de Morera y Alconera, aldeas pacenses completamente rodeadas de tierras del señorío lo que producirá una nueva reclamación de Badajoz. Con el la familia hace del señorío de Feria su centro vital.

Zafra pasa a ser la población mas importante del mismo, antes lo era Villalba, aceptando sus habitantes la construcción de murallas por la exención de rondas en las fortalezas del señorío.

Lorenzo Suárez II crea un monasterio en Zafra bajo la regla de Santa Clara, donde se instalan las monjas en 1431. La importancia de Zafra está en función de su papel mercantil, lo que posibilita el establecimiento de una minoría hebrea. A comienzos del siglo XVI, alojaba a un quinto de la población del señorío. Refunda asimismo Nogales, lugar situado en el extremo occidental den 1448 y en 1456 se inicia una fortaleza que terminará el siguiente señor. En premio a los muchos méritos conseguidos por don Lorenzo al servicio de la Corona, el monarca Enrique IV, el 16 de mayo de 1,460, elevaba el territorio del primer Señorío de Feria a Condado, que con el tiempo llegaría a la categoría de Ducado en 1567, por distinción de Felipe II.

Gomes Suárez II, tercer señor de Feria (1461-1505), integra en el señorío Salvaleon, Torre de Miguel Sesmero y Almendral. Salvaleon se obtiene por medio de un cambio con Juan Pacheco, de Villena, por dos dehesas en Ecija; esta posesión pasará inicialmente a su hermano el conde Juan de Figueroa y tras su fallecimiento en 1504 se integra en el señorío. En cuanto a las dos aldeas restantes, pertenecían al alfoz de Badajoz y fueron concedidas por Enrique IV en 1465. La intervención portuguesa en el problema sucesorio castellano tuvo nefastas consecuencias en el señorío de Feria: Gomes Suárez calculaba unas pérdidas de 35 millones de maravedíes. Diversos bienes del mayorazgo por valor de trece millones de maravedíes fueron vendidos para satisfacer las deudas contraídas.

La estructura del señorío de Feria aumenta sus pertenencias, a través de las adquisiciones de diversas propiedades. Con Lorenzo Suárez I hay un elevado número de compras, dada las elevadas rentas del Maestre; se trata de las adquisiciones dentro del señorío o en zonas muy próximas. Un momento muy propicio será la guerra con Portugal (1396-1402), ante la ruina de los pequeños propietarios. Algunas ventas se obtienen mediante la violencia. Los Señores de Feria en el siglo XV tienen una actividad compradora sensiblemente inferior, ante la ausencia de un cargo tan lucrativo como el que tuvo el padre del primer señor. Sin embargo, esta continúa con Gomes Suárez I, cuyas compras están más centradas en la zona extremeña, y con su hijo, Lorenzo Suárez II con quien disminuyen aún más debido a los gastos bélicos y a la gran actividad constructiva en el señorío. Las compras desaparecen un cierto tiempo con Gomes Suárez II, llegando incluso a venderse bienes del mayorazgo para satisfacer deudas; a partir de 1480 se nota una cierta recuperación, realizándose adquisiciones hasta 1505 por valor de algo más de 2 millones de maravedíes.

Los Condes de Feria llegaron a contar al menos al margen de otras propiedades de menor importancia, con once molinos y diversas dehesas (Salamanco, Caballeros, Porrino, Santa Yusta, El Altrín, Las Bejaranas, etc.). A esto hay que añadir tierras y casas. Los diversos bienes eran explotados de modo indirecto y generaban ingresos considerables. Otros ingresos eran los debidos a derechos estrictamente señoriales en los que se incluía la martiniega, los obsequios navideños, el yantar y hospedaje, A estos debían añadirse los ingresos derivados de la justicia, del tránsito de mercancías y del arrendamiento de los oficios, ingresos sólo superados por los de las alcabalas. Los cargos concejiles más lucrativos tendían a arrendarse, como el alguacilazgo y la escribanía de Zafra; para los demás se desarrolló el derecho de presentación.

 

La trashumancia ganadera fue asimismo aprovechada por los señores de Feria. Llegaron a un acuerdo con el concejo de Badajoz para establecer un montazgo a cobrar en Villalba consistente en el cinco por mil y del cual irían cuatro partes a Badajoz y una al señor de Feria. También establecieron éstos el derecho de asadura y caldera, consistente en una oveja por hato. Además de este montazgo que caía sobre las cabañas trashumantes, se documenta otro sobre los mismos pobladores.

En Zafra se arrendó la renta del montazgo y el herbaje hechos que aparecen en las cartas pueblas de Valencia y Oliva. Entre los derechos reales o eclesiásticos se encuentran las alcabalas, impuesto sobre las compraventas, pasan a ser controladas por los señores de Feria en el reinado de Enrique IV. También aparecen referencias al control señorial de las tercias reales en Aldea Caballero, en el término de Villalba. Se cobran diezmos en los antiguos lugares templarios de Valencia y Oliva y aparece alguna alusión a su control en el señorío y a alguna transacción con la catedral de Badajoz, pero su cobro señorial no será una realidad.

Inicialmente, el señorío de Feria contaría con alrededor de mil vecinos; sin embargo, la población se incrementó considerablemente a lo largo del siglo XV Por ello, a finales del siglo la población se había cuadruplicado. Zafra, La Parra y Feria, que formaban el núcleo inicial del señorío, incrementaron su población. En este contexto de incremento demográfico es normal la creación de aldeas para albergar este crecimiento. Tres lugares, al menos, son creación de los señores de Feria; Solana, Santa Marta y Corte de Peleas. Solo en Zafra y La Parra, las dos poblaciones más importantes del señorío, aparecen aljamas judías. El hecho de que ambas poblaciones contaran con ferias es importante, pues las hacía lugares comerciales en donde los judíos tendían a establecerse.

Enrique III en 1395, a petición de Gomes Suárez I, concede a Zafra una feria de quince días a partir de San Juan (24 de junio). En 1453 se confirma esta feria y se añade otra de una semana, tres días antes y tres después de San Miguel (29 de septiembre). En 1466 se concede una feria a La Parra de quince días, teniendo como centro la festividad de Santiago y con los Reyes Católicos pasa a Navidad.

La dinastía de los Suárez de Figueroa, se entroncó familiarmente con el Ducado de Medinaceli terminó incorporándose a la Casa de Medinacelli, en el que se integraban señoríos castellanos, andaluces, catalanes a los que hay que añadir importantes apéndices en el sur de Italia.

El ducado de Feria, logró constituir entre 1394 y 1523 un vasto Estado señorial que ejercía su jurisdicción sobre dieciséis villas de la Baja Extremadura, que, por extensión era, con 120.000 hectáreas, el tercer señorío nobiliario de Extremadura, el más poblado y posiblemente el de mayores rentas. El 60 por ciento de suelo agrícola de este inmenso territorio era propiedad jurídica de los duques de Feria.

Las Cortes de Cádiz marcan un cambio importante al suprimir en 1811 los señoríos y los corregidores y establecer en cada Ayuntamiento alcaldes, regidores y procurador síndico, elegidos por la población y cuyo presidente sería el jefe político, allí donde lo hubiere. En 1823 se publica la Instrucción para el Gobierno de las Provincias, que precisó las competencias de los Ayuntamientos y su dependencia de la Diputación. La ley de 14 de julio de 1840 establecía la elección directa de los miembros que componían la corporación, aunque el rey nombraba a los alcaldes y tenientes de alcalde de las capitales de provincia. El 20 de agosto de 1870 se aprobó la Ley Municipal, reformada en 1817 y vigente hasta el Estatuto Municipal de 1.924 que elimina su dependencia de las Diputaciones y Gobiernos Civiles y establece la Comisión Permanente. Dicho Estatuto restringe el sufragio y da al alcalde el carácter de delegado gubernativo, además del de representante y jefe del municipio.

La ley de bases de Régimen Local de 31 de octubre de 1935 determina la elección por sufragio universal y organiza la Corporación en Alcalde, Pleno y Comisión Permanente. Con la Ley de bases de 1945, ampliada en 1950 y modificada en 1953 que a su vez se refunden en la de 24 de junio de 1955 se determina el carácter centralizador y de democracia orgánica que aminora la autonomía municipal. El mayor cambio se produce con la Ley 41/1975, de 19 de noviembre, de bases de Régimen Local, derogada por la 47/1978 y sobre todo con la Ley de bases de Régimen Local de 1985 que adapta los Ayuntamientos a las modificaciones derivadas de la Constitución y del nuevo régimen democrático.

En la actualidad forma parte de la Provincia de Badajoz, Partido Judicial de Zafra, Audiencia Territorial de Badajoz y en lo eclesiástico al Arciprestazgo de Zafra, Vicaría Zona Sur y Archidiócesis de Mérida-Badajoz